La paz en el corazón de un Papa agustino
- Amparo Latre
- 12 may
- 2 Min. de lectura

Tras la fumata blanca, en sus primeras palabras al mundo, León XIV nos saludó a todos con la paz de Cristo Resucitado, en plena Pascua, como si se tratara de toda una declaración de intenciones de lo que podemos esperar de su pontificado. En las palabras que ha pronunciado, tras su primer rezo del Regina Coeli, desde el balcón central de San Pedro, ha incidido en la necesidad de paz y en un "no a la guerra", explícito, particularmente para aquellos corazones que sufren en lugares del mundo como, por ejemplo, Ucrania o la franja de Gaza, y se ha alegrado por el cese de las hostilidades entre India y Pakistán.
León XIV, en el eco agustiniano del que reza dos veces cuando canta, ha cantado en latín la oración mariana y nos ha invitado, con aquellas palabras que tanto repitió san Juan Pablo II, a no tener miedo; unas palabras especialmente interpeladoras para un tiempo de incertidumbre, en el que pareciera que estamos viviendo ya una Tercera Guerra Mundial a plazos, como decía Francisco.
Antes León XIV se había referido a la liturgia de este cuarto domingo de Pascua, en el que se proclama la lectura del capítulo décimo del Evangelio de san Juan, donde Jesús se revela como verdadero Pastor, que conoce, ama y da la vida por sus ovejas. ¡La Iglesia os necesita! les ha gritado emocionado a los sacerdotes, religiosos y religiosas en la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones, que la Iglesia celebra este domingo.
"Es importante - ha subrayado el Papa León XIV - que los jóvenes encuentren en nuestras comunidades: acogida, escucha, estímulo en su camino vocacional, y que puedan contar con modelos creíbles de entrega generosa a Dios y a sus hermanos. Hagamos nuestra la invitación que el Papa Francisco nos dejó en su Mensaje para esta Jornada en la que nos pedía acoger y acompañar a los jóvenes. Roguemos al Padre celestial el ser, los unos para los otros, cada uno según su estado, pastores “según su corazón” (cf. Jr 3,15), capaces de ayudarnos mutuamente a caminar en el amor y en la verdad".
La paz, a la que tanto se ha referido ya en estos primeros días de su pontificado León XIV, no es una paz cualquiera, ni una paz meramente humana. Es la paz que nos trae Cristo Resucitado, la que brota de su corazón. En esa fuente, en Él, en el Uno, somos todos uno, como reza su lema pontifical "In Illo uno, unum",entresacado de un comentario de san Agustín al salmo 127. Unidad en la verdad, y unidad para la paz, como hilos agustinianos de su incipiente magisterio; la paz verdadera y fecunda, que tanto necesita nuestro mundo herido, en cierta medida, y salvando las distancias, como aquel mundo de finales del siglo XIX y principios del XX que tuvo que saber leer, con grandeza, el papa León XIII.
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